Cartas

Roma, 30 de julio de 1800.

Finalmente he recibido en este mes dos juntas suyas: una del 16 de febrero y otra del 16 de abril del mismo 99 próximo pasado… Estaba interrumpida la comunicación… (dichas cartas) Me han confirmado la noticia de la muerte de nuestra amada Beata María Antonia de San José, que la supe antes por la que me vino de Buenos Aires de su sucesora Doña Margarita de Melgarejo, con sólo el aviso en compendio de su dichosa muerte. Pero la de Vm. que traía incluso un artículo de carta de Buenos Aires y la copia de su Testamento espiritual me ha llenado del mayor consuelo; por más que había sido extremo el sentimiento y dolor que sentí con el aviso de su muerte. No sólo por esto estimo mucho y agradezco a Vm. estos documentos, que me ha remitido, sino también porque espero que me servirán por materiales para dar a luz alguna breve Relación de su vida para edificación del público.

Yo confío en Vm. y en otros amigos que querrán concurrir a este fin, que me suministrarán más materiales de esta especie. Es verdad que en las presentes circunstancias de persecuciones, miserias y carestía de todo, aun del papel para hacer imprimir, será difícil la impresión, pero a lo menos quedará manuscrita para la posteridad o tiempos menos infelices, en que pueda Dios ser glorificado en su Sierva. Lo que por ahora debemos o podemos hacer, es suplicar incesantemente a Su Divina Majestad que suscite en su sucesora elegida por ella misma, a la Sra. Melgarejo, el espíritu de su Sierva María Antonia, su celo, su caridad y demás virtudes para que ejercite con fruto de las almas a mayor gloria suya, el Ministerio de estos Santos Ejercicios, como lo hacía la difunta.

Si Vm. me favorece, como espero, de más materiales, le estimaré procure saber exactamente, y aún averiguar de su patria Santiago del Estero, su linaje, los nombres de su padre y madre, el día y año de su nacimiento. A más de esto, si tuvo alguna particularidad en su infancia y juventud, hasta que se hizo Beata o se vistió la sotana y, finalmente, cuándo, cómo y con qué ocasión le entró la vocación al ministerio de dar los Santos Ejercicios. Después los hechos particulares más prodigiosos en el tiempo del dicho santo ministerio. Todo esto fiel, sincera y precisamente escrito, para que no abulten las cartas, y si se puede, que vengan francas hasta acá, como antes me venían sus cartas, por el excesivo gasto y costo de ellas en esta Ciudad que ahora ha crecido más…