Cartas

Buenos Aires, septiembre 26 de 1793.

Mi querido hijo:

Recibí la de Vm. y a su contexto digo, que Vm. obre mirando solamente sus conveniencias espirituales y temporales, y al aumento de sus bienes y bienestar de su familia sin mirar a la otra parte; porque el que mandare a los Jesuitas a estas partes, les dará lo necesario para que se mantengan. Además yo creo firmemente que Dios no les ha de faltar, aunque nada les diesen.

He sentido mucho la indisposición de Doña María Ignacia; Dios quiera se halle mejorada. También le encargo no deje de escribirme, aunque yo no le conteste me puede dispensar, porque ya estoy vieja y desmemoriada y llena de negocios.

Deseo a Vm. toda felicidad como lo suplico a Su Divina Majestad, quien le guarde muchos años.

Besa las manos de Vm. su afecta servidora

María Antonia de San José.

P. D. Y para que vea sea verdad lo que le digo, le aviso que al Señor Arzobispo no le he contestado habiéndome escrito; para que vea lo que estoy desmemoriada y me disculpe.