Cartas

El concurso de gente fue crecido y se percibía en la sinceridad de los semblantes, el gozo puro del corazón. Del (corazón) mío no tengo más que decir, sino que no se acuerda haberlo tenido mayor en su vida; cuya esperanza (de volver a ver a los Jesuitas) la sembró en el (corazón) mío mi Madre Beata, la Venerable Doña María Antonia de San José. Confío en el Corazón de Jesucristo y de su Santísima Madre, que esta semilla breve ha de tener su cosecha. En señal de mi reconocimiento, entre otras poquitas cosas, le regalé un ejemplar de la Oración Fúnebre que se pronunció en Buenos Aires de dicha Madre Beata. Desde Tucumán contestó, luego que llegó, el P. Villafañe agradeciendo “el Sermón de Honras de la Madre Beata”.