Dios omnipotente y misericordioso,
que en Santa María Antonia de San José,
incansable peregrina de los ejercicios espirituales,
diste a tu Iglesia un modelo de entrega para
anunciar el Evangelio: concédenos, por su intercesión,
meditar constantemente el misterio de tu Hijo,
para salir al encuentro de los pobres y desamparados.
Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo,
que vive y reina contigo en la unidad
del Espíritu Santo, y es Dios,
por los siglos de los siglos.
Amén